lunes, 26 de septiembre de 2016

A la hora del Lobo

 
Gustave Moreau

Había pasado la vida evitando recuerdos desagradables. Era muy pequeña  cuando sucedió aquello, el episodio de las arañas. Duerme apresuradamente. No quiere soñar. Es un tema  del que prefiere no hablar. No todavía. Quizá nunca. Una noche, mejor dicho una madrugada,  a la hora fatal en que desaparece la razón abrió los ojos y tuvo la sensación de que no los había cerrado un  instante. Se arrebujó entre sábanas y mantas sobre el lado izquierdo como si estuviera sola en la cama. Hacía frío. Frío húmedo y penetrante. La tenue luz de una farola asimétrica dibujaba en las cortinas de brocado ocre la silueta de un caballero embozado mientras desde la oscuridad a oleadas y silenciosa trepaba la niebla. Las pesadillas habitaban sus sueños. Luego todo quedaba en suspenso lo mismo que una pantalla vacía que no termina de apagarse. Parecido a dejar poco a poco de respirar poco a poco de existir. Dejar de respirar. No pensar. Escindirse. No mirar. No querer ver. Guardar silencio. Poco a poco callar hasta enmudecer. Poco a poco desaparecer.  Había aprendido a escucharse a escuchar por dentro su propio silencio a la hora del lobo. Entonces ella se daba la vuelta y se acurrucaba junto al amado, abrazándose.  
¿Me regalas  el alma?  susurró a inexistente distancia.

martes, 20 de septiembre de 2016

Cántame una ranchera Jorge Negrete

Jack Vettriano




Los árboles de Queens Park han crecido mucho desde el año pasado, se han puesto más frondosos y de un verde distinto a todos los verdes. 

En Brighton empieza a entrar el Otoño. 

Anoche mientras me pintaba los ojos antes de dormir, tuve la sensación de que no estaba sola frente al espejo. La clara sensación. Canté incluso una ranchera  contra el miedo. Siempre me ha gustado Jorge Negrete. Aquel sombrero, aquel bigote. Aquella voz.  "… ven ilumina la árida senda por donde vaga loca ilusión …"

En condiciones anímicas poco airosas seguí con el ritual  acostumbrado de maquillaje y abluciones dentales,  encías, lengua, dientes una y otra vez, una y otra vez. No me había dado cuenta del frenesí de mis manos descontroladas hasta que vi una gota de sangre en el agua
Entonces volví a mirar al espejo, a mirarme primero de reojo,  luego detenidamente, no pudiendo reconocer el rostro que miraba,  que me miraba,  como si yo no fuese yo, ni la misma.  

Cantaré  entonces,  dije  para mis adentros " … como en la noche nace el rocío …"

Después me lavé la cara hasta borrar la última pincelada de rímel  y me acerqué aún más para contemplar los surcos del tiempo en primerísimo plano, inversión óptica de mi vida.  
Asomaban sombras y rostros y se extinguían al mismo tiempo como las nubes al entrar y salir de la luz, como las olas que se precipitan contra las peñas,  como el fuego que al arder convierte en ceniza su propia belleza.
… este espejo y yo somos un baúl sin fondo lleno de asombro y de silencios, pensé en voz baja una vez más,  mientras dibujaba con la barra de labios otros labios de color púrpura en forma de beso.




 " … y en las tinieblas de mi alma triste como una sombra llegaste tú …"



“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...