sábado, 10 de junio de 2017

Polaroid






Ayer un amigo virtual me dejó un mensaje en FB, en el que preguntaba a bocajarro y con sorna ... “ … pero tú qué haces; escribes y escribes, escribes lo que te da la gana… pero qué exactamente”.
Podría haberle mandado a freír espárragos, me molestó su tono, su cómo.
Soy muy sensible al Cómo.

No sé respondí al cabo de una hora  de aporrear teclas, de borrar y escribir y tachar lo escrito.  

Escribo. Escribo. Escribo como muy bien dices. Escribo.
A lo mejor soy una Polaroid y lo único que hago son instantáneas con las palabras, similares a las que hacía con mi vieja cámara cuando apretaba el obturador y por una ranura poco a poco aparecía una  fotografía a medio hacerse, a medio secar, y una vez fuera, bonita o desenfocada rara vez coincidía con lo que mis ojos habían visto. Qué importa. A la postre virtual amigo,  el gusto o el rechazo es cosa tuya, no mía, le dije.

Fin del mensaje, sin emoticón ni chanfainas

Durante largo rato, tanto que casi paso la noche en blanco, me quedé reconsiderando   la violencia de algunos silencios,  la inutilidad de excesivas palabras. Sentí que no queda ya  tanto tiempo como antes, cuando era inmortal por definición y podía seguir escribiendo sin fecha de caducidad.

Muchas veces desde la Terraza de los Piratas  veo los barcos capear el temporal soltando lastre a la altura de Izaro. Aparecen  y desaparecen entre  olas vertiginosas de una mar desencadenada y la ansiedad por volver a ver a proa se parece a la mía, en el vaivén del tiempo.  

Aproveché el momento de catarsis anoche para rellenar la mochila de disparates, de tropezones, de actos fallidos, estragos de la ignorancia consciente, de errores, de vanas intenciones, oquedades del alma,  de farsa frente al espejo, de las palabras que escatimé, y las que callé por miedo o por mezquindad, de murmullos y de ausencias, de la arrogancia y de la necedad.  La memoria guarda huellas lacerante en  la quietud de la noche cuando la sangre se precipita. Sangre que inunda y se instala entre las sienes al compás de las horas. Espectral y sin contemplaciones aparece entonces gastada por las mareas la foto Polaroid a medio secar,  de mi propia vida.


“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...