domingo, 30 de julio de 2017

El canto del grillo

 
Peter Vilhelm





ELLA  prefiere olvidar el momento en que comenzó su vida. No quiere volver al inicio, contar lo imposible. Contar el principio  de su principio. A veces dice que recuerda vívidamente el embarazo de su madre. Recuerda  cuando habitaba su vientre inhóspito,  cuando se debatía por volver atrás, por no existir, regresar a la nada; o por deshacerse de aquel cordón que la asfixiaba . Nacer si no quedaba otro remedio. 

Ahora le cuesta mirar atrás. No quiere. Para qué. Es ejercicio vano. La memoria inclemente guarda todo a su pesar; todo lo que interesa y lo que no interesa, y lo distribuye lo trueca lo elige lo sepulta o lo resucita, lo sumerge,  lo encubre,  lo esconde, lo manipula, lo deshecha lo machaca lo transforma. 
Espectros de niebla espesa forjan barricadas, se amontonan, son retazos inconexos. Retazos. Interrogantes. Presagios. No le interesa remediar el rompecabezas. El daño está hecho y no hay vuelta.
Sabe que debe volver al espanto de la oscuridad en el  cuarto húmedo en pleno monte. Debe volver,  recordar. Decir. 

ELLA estaba cerca de un depósito de agua sentada en la hierba ,jugando con los grillos, hasta que Diosdado, el secretario de su padre, la tomó de la mano de malas manefras, estrujándola, arrastrándola. 
Te estás portando muy mal Dijo que era desobediente, rebelde y descarada, que merecía un castigo. 
Entonces  abrió la puerta del depósito donde estaban las máquinas que pompeaban el agua donde se lavaba el mineral y la empujó dentro.

Era un cuarto pequeño y cuadrado de techo bajo. 
El techo estaba  plagado de arañas. Una masa compacta era. Algunas paseaban por las paredes acercándose. Arañas oscuras de patas largas,  “Daddy Long-Legs”, dicen los ingleses con cariño.  
Las arañas la atraparían en sus babosas redes y la engullirían. 
Nadie sabría qué había pasado allí. Nadie. No quedaría rastro.
El secretario cerró la puerta con pestillo y se rió. Una risa histérica de muñeco de barraca. 
Cuando se reía daba pataditas en el suelo juntaba las rodillas y se agarraba la bragueta. 

ELLA  quiso llorar y no le salían las lágrimas, quiso gritar pero había enmudecido, llamaba a su padre y las palabras se ahogaban en la boca. Sordas. 
Boca arriba estampada contra el suelo trataba de respirar pero el aire se quedaba en la superficie mientras bajaban las arañas.

El tiempo se detuvo y quedó  estancado. Suspendido. 

Lo que sigue se lo contó su padre años después, muchos años después. 

"¡Oxígeno! ¡no le quiten la mascarilla! ¡ Oxígeno! hay que avisar a los padres Sr. Secretario ", decían los mineros, hemos encontrado a la niña en el depósito de agua ... con la puerta trancada ... y las arañas  rondándola ... un hervidero ... la humedad... Aquello no era llanto Sr. Secretario ...  no era llanto ,,, era un interminable gemido ... eso era ... horroroso gemido ...  se ha desmayado... hemos hecho lo que se ha podido ... Don Julián el médico viene en camino ... apenas respira ".

Fuera del depósito de agua  donde la niña jugaba, cantaban los grillos.


“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...