Hoy cumple pocos años la más pequeña de los hijos.
Miren Aguirre e Iñaki Zabala habían llegado días antes a Montreal para esperarla.
Invité a cenar varios amigos magníficos contadores de cuentos.
Lo pasamos tan bien que con la risa contagiosa rompí aguas, diques, tiempo, distancia y hasta el hielo espeso de este norte.
Miren Aguirre dijo con su habitual sorna: elmal cuarto de hora no te lo va a quitar nadie, te aconsejo que respires como te dé la gana.
No hables que se pierde fuerza y no grites, no sirve de nada. Empujas y ya está.
Mi padre jugaba al ajedrez; otros siguieron celebrando.
Sin aparente razón empecé a reírme una risa floja que impedía dar un paso sin ir a parar al suelo; cosquilleaban las piernas. Me bajaron al coche a la sillita de la reina.
Literalmente doblada de risa llegué al Hôpital St. Luc al filo de una medianoche tempestuosa cuando la nieve hace remolinos y se pierde por completo el sentido de orientación. Las calles quedan convertidas en pista de patinaje.
Idoia the magic of the night, nació aquí, en Montreal, cinco minutos antes de que terminara el día 31 y empezara Febrero.
Recordando todo aquello, fue más que un parto una fiesta.
Miren Aguirre con sus arengas y sus sentencias, tenía razón.
La vida en mí que había crecido hasta entonces en lo más profundo, dejaba al nacer un vacío cósmico.
Hasta ese momento habían latido al unísono dos corazones. El de Idoia se independizaba para siempre.
Ella, la del nombre sereno, la princesa de las nieves, dormía ajena a su nueva condición de persona libre respirando sin necesidad del cordón umbilical; portadoradel universo.
Siete días más tarde volví a la sala de ensayo para Bodas de Sangre.
El país está de blanco luminoso, como luminosa es Idoia.
Sweet, sweet dreams !