Mirentxu
Esta noche, hace algunas Primaveras, fui a al Hospital Notre Dame para recibirte. Tardaste once horas en llegar. Se me hicieron
largas. Llovía a jarros en
Montreal, como antes en Bilbao; parecía un regalo del cielo. Echaba mucho de menos El País de
los Vascos. El mío.
Hacía dos años que no lloraba cuando naciste. No podía
llorar. Me ahogaba de soledad. Nada se parecía a nada. Me molestaba el aire. Vivía rodeada de silencios, en silencio. Sin el murmullo constante de la mar.
Como si las lágrimas saladas también se hubieran
atragantado dentro, entre el corazón y la
garganta , y hubieran levantado un dique en los sentimientos.
Pensaba que si me dejaba llevar por la
pena todo estaría perdido. Tenía que
honrar el compromiso adquirido con tu padre en
la Iglesia, y fuera de la Iglesia. Esas cosas.
Empezó a adquirir excelente reputación operando con Pierre Grondin en el Instituto de
Cardiología de Montreal.
Para que se quedara en el equipo le ofrecieron todo y más.
Para que se quedara en el equipo le ofrecieron todo y más.
Pierre Grondin y Christian Barnard, eran en los 70, los únicos cirujanos que hacían transplantes
de corazón.
Lo que empezó siendo una aventura
de dos años máximo (tiempo de hacer una súper especialización en Cirugía C y
T), y regresar a Bilbao, terminó pareciéndose al destino de nuestra vida,. Aquí, en el paraíso de las nieves, he dejado de contar los años.
Algunos Sobresaltos. Bastantes Fabulaciones. Como la vida.
Algunos Sobresaltos. Bastantes Fabulaciones. Como la vida.
Prefiero volver a ti. A nuestra
historia del reconocimiento y de las
presentaciones después de haber habitado nueve meses una dentro de otra.
Había seguido cursos prenatales, gimnasia de todo tipo, para que estuviese bien. Nos
enseñaban a respirar para facilitar el parto. Estaba convencida y hasta ilusionada de que funcionarían las lecciones magistrales. Hasta que Miren Aguirre me
dijo nada más aterrizar en Dorval:
"Eres
muy incauta, Begoña, muy incauta. Espabila hija que un parto es un parto. Respira como puedas sin tantos Aleluyas y ya está. Basta y sobra. "
Pudo más la sentencia escueta de mi madre, que los seis meses inspirando,
expirando, y viendo campos de amapolas.
Después de múltiples peripecias, entre otras según cuentan, mi inexplicable mudez de principio a fin, y de una prologada travesía por procelosas aguas, te forzaron literalmente a salir de tu tranquilo sueño, porque no querías nacer. No me extraña. Siempre has sido muy inteligente.
Entoces fue cuando lloré de emoción al verte y acariciarte. Dulces lágrimas te
lo aseguro. Me mirabas con ojos enormes, muy seria. Enfadada.
Quién ha dicho que los bebés no
ven.
Me encantaste. Desde ese momento tu vida importaba mucho más que la mía. Ya podía, como el Anciano Simeón, morir en paz
después de haber visto a Dios.
Porque Dios eras tú.
Porque Dios eras tú.
Me reconociste .
Ya no pude dejar de quererte con toda el alma.
Te
veo esta noche otra vez, con dieciocho días apenas, respirando el aire de la mar, en la terraza de casa en Mundaka,
meciéndote en la cuna, durmiendo. Tan bonita.
Entonces era yo un mar de temores. No
sabía ser madre. Era torpe.
Hoy soy un océano de
incertidumbre.
Únicamente puedo afirmar sin miedo a equivocarme que te sigo queriendo con ese amor que las personas románticas e
incautas llamamos:
Unconditional Love ! Love forever ! Suena precioso en inglés y tú eres Brightonian.
Unconditional Love ! Love forever ! Suena precioso en inglés y tú eres Brightonian.
Mil Felicidades Mirentxu de esta aprendiz en comparación contigo.