No hacia ni frio ni calor ayer al anochecer. Quedamos en el Vieux Montreal.
Estás fantástica dijo al verme. Tú también dije yo. Sonreímos sabiendo que mentiamos las dos que el tiempo había dibujado profundos surcos en nuestro rostro.
Cenamos codornices al cognac con verduras acarameladas. De postre peras a la Belle Hélène y escoceses con mucha espuma que al final queda en los labios.
Hablábamos y hablábamos, tête-a- tête champañoso como siempre entre Marie y yo.
Tanta vida vivida, tantas cosas, tanta gente. Momentos. Logros. Desastres. Sofocones.
Risa recordando una noche célebre. Una noche delante de Pierre su ex-marido, Marie en pleno arrebato patriótico-cultural-vengativo dió el campanazo . Y qué campanazo estimado publico, qué campanazo.
Pierre en aquel entonces era un político carismático notable en el país. Ella le quiso y no le olvida. Se divorciaron. No han vuelto a casarse. Viven en estado de enamoramiento del amor creo, no lo sé, imagino. Siempre hemos sido muy amigos. Una vez le apeteció seducirme. Él era así. No pudo y no quise. Fue tan sutil su gesto, tan galante. Quedó suspendido en la liviandad del aire. Nunca más insistió ni yo me dí por aludida del intento. Permaneció durante algun tiempo atisbos de sensual alborozo cada vez que coincidíamos. Nada más. Hay trenes de los que es preferible bajar en marcha. Después nos hemos encontrado en diferentes circunstancias políticas, sociales, artísticas. Caseras. Cualquier ocasión ha sido buena para celebrar y abrazarse un poco. Zarandeos burbujeantes sin más para no olvidar la ternura.
Marie is a one woman show. Múltiple. Psicóloga, pianista, actriz; todo lo hace bien. No ha tenido hijos ni pareja estable. Quebecuá profunda. Dice lo que siente y trata de no callar lo que piensa. Es graciosa sin esfuerzo y muy cálida. Largo introito para contar al fin lo que tanto celebramos anoche ella y yo.
No importa que lo publiques, si ça te fait plaisir ! dijo. Nunca diré quién es. No importa. Cosas entre amigas. Ha pasado mucho tiempo desde entonces.
Marie tiene tetas con ritmo y puede manejarlas a su antojo; las hace girar, por ejemplo. Hace círculos con ellas. Es uno de sus talentos.
Llevaba un vestido de seda azul real a media pierna de magnífica caída, muy simple, pegado al cuerpo. Fue precisamente celebrando el triunfo electoral del Partido. Dió una gran fiesta en su casa, abarrotada de amigos donde estaba por supuesto el futuro Primer Ministro. Entrada la noche quién más quién menos hacía sus gracias.
Sin decir agua va, Marie, cual vestal, se plantó en lo más alto de las escaleras de nogal, labradas. Levantó la copa de champagne y empezó a descender estilo Gloria Swanson en Sunset Boulevard; lenta, magnífica haciendo danzar sus tetas, luciendo pezones tersos, acercándose juguetona y pulposa al candidato cuyo nombre no nos importa, se acercó y se acercó hasta que estuvo a un palmo de él. Nunca olvidaré cómo la miraba, poema sin palabras.
Marie enfundada de azul quebecuá medio recitaba medio murmuraba una famosa canción de Pauline Julien que dice,
Ce soir j'ai l'âme à la tendresse
Tendre tendre, douce douce
Ce soir j'ai l'âme à la tendresse
Tendre tendre, douce douce
Los pechos apoteósicos de Marie apenas cubiertos, a la altura de la boca del Candidato, danzaban de verdad, sin trampa, libres, exultantes haciendo círculos excéntricos y concéntricos. Una fábula. Los aplausos fueron atronadores en el salón aquella noche inolvidable de la Flor de Lys. Confieso haber intentado no pocas veces, sin éxito, repetir la gracia en la intimidad de mi alcoba, cuando todo sube y nada cae.
En cuanto al Herodes de Salomé... sin duda alguna hubiese hecho rodar mil cabezas por ella.
Por Marie.