martes, 27 de febrero de 2007

La O disyuntiva prefiere a Rita May




 de Viktor Lyapkalo



Rita May era una amiga que preferia la O disyuntiva a la certeza absoluta y trataba de cambiar el mundo en consecuencia. O eso quiso de verdad. Fue durante años una vieja dama gloriosamente indigna de corazón lozano. Sabía darle alegrías al cuerpo.
Nos veíamos rara vez debido a la distancia geográfica que nos separaba. Cuando la conocí tenía casi setenta otoños y la sensualidad a flor de piel. Seguía haciendo apasionados estragos a capricho. Muerta de risa aseguraba que tenía tres amantes fieles y varios donceles esperándola repartidos por cinco continentes. Era intolerante con los necios no soportaba la estupidez voluntaria ni la mediocridad ni la hipocresía.
De vez en cuando venía a Montreal por motivos profesionales y se quedaba en nuestra casa. Durante esas visitas Rita May narraba con lujo de detalles historias de amor. Amores insólitos al borde de todos los abismos y de todas las pasiones. Sus andanzas eran lecciones magistrales. Maestra  fue del saber escribir. La escuchaba horas de horas absorta envidiando aquellas algazaras fogosas mientras pensaba cómo llegar algún día a la edad de ella tan satisfecha de lo vivido, tan verdadera.
Sabiendo que estaba en casa vino a visitarnos Harry desde New York, un amigo cineasta de Rita May. Admiraba a Nelson desde hacia tiempo y quería saludarle. Ese año Harry, no se llama Harry, hace años había ganado el Oscar por uno de sus documentales. Le recuerdo apuesto galán, nonchalant, simpático, gran sentido del humor, incipientes canas ojos grises hablar pausado de voz honda. Sonriente.
Sospecho que  Rita May y él se habrían amado o por lo menos besado  o abrazado sin respiro más de alguna vez digo yo conociendo a mi amiga.
Harry se quedó en casa una semana de ricas cenas y tertulias hasta el amanecer. Celebraciones por todo y por nada. Simplemente celebrando. 
El día que termino la bohemia y que regresaba a N.Y se levantó temprano para tomar el primer vuelo desde Dorval. Probablemente al recoger algo del ropero rozó de repente el timbre agudísimo de la alarma general. Todos dormían así que corrí escaleras abajo sin darme cuenta de que iba desnuda completamente desnuda y que allí estaba Harry en la entrada, asombrado mirándome.
Oh my God, Harry ! grité yo.
Oh Bego ! exclamó Harry, prisioneros ambos del cul-de-sac al rojo vivo.
Por suerte en aquel entonces, hace años se entiende, presumia yo de jacaranda en flor. Una época cuando las banderas se mantienen en alto y se sostienen solas.
Harry miraba y seguía exclamando : So sorry! Please forgive me Bego ... ah ! Bego... 
I apologize !
Hiperventilando salté no sé cómo, pero salté esquivando a Harry y me metí en el armario donde estaba la caja de la alarma que seguía sonando por todo el vecindario trop chic e iinsustancial. Acrobacia que a simple vista pareciera imposible ¿ verdad? Pues no.
De un manotazo apagué el interruptor antes de que llegara la policía. Lo único que faltaba.
Así en pleno verano, un Agosto de calor obsceno a las cinco de la mañana hora de Montreal, salí literalmente del armario con un abrigo de zorro noruego hasta media pierna, descalza, con el pelo a lo Gilda pero sin peinar, sin maquillar, totalmente al natural en traje de Eva.

Esta secuencia que parece eterna duró en realidad no más cinco minutos.

Nadie se enteró en casa. Nelson, los hijos, Rita May.
O no les apeteció sencillamente levantarse tan temprano.
Ni siquiera Ainka, nuestro espectacular pastor alemán. Siguió tumbado en plan alfombra en el salón sin inmutarse más allá de resoplar un poco. Creyó que yo dominaba la situación. Eso debió imaginar. Por curiosidad de trapecista frustrada, alguna vez después, traté de repetir el numerito desde las escaleras hasta la entrada y concluí que sin la adrenalina a mil de aquella madrugada, o sin la presencia de Harry hubiera sido imposible tal proeza. Estoy segura de que Rita May en mi lugar hubiera aprovechado el momento para bajar la escalera a lo Gloria Swanson en Sunset Boulevard, lenta,  provocativa, sensua,l implacable, magnífica y pulposa, al encuentro de Harry-William Holden.
Entre sofocones abrazos castos hasta cierto punto,  y besos al aire, nos despedimos al fin. Le dije a nuestro amigo que había sido un placer recibirle, que no se preocupara por  la situacion atropellada
Él, sonriente, un punto coquetón,  con aquella voz dijo a lo Dirty Harry ... Don´t worry love, you´ve made my day!

¿ O lo soñé? ,

Esa O disyuntiva ... Rita May ...

Sobresalto aparte, supe años después que mi desnudo integral no lo ha olvidado.
Yo tampoco. Los desnudos integrales  son así, me persiguen.


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B desde el palco con Viktor Lyapkalo y la O disyuntiva que prefiere Rita May.

“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...