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| mi padre y yo, collage de bz |
Pocas horas antes de morir mi padre dijo que quería dar un paseíto por la habitación del hospital ( de Basurto ) donde estaba internado.
Hija querida llévame hasta a la ducha, pidió, y entra conmigo si no te importa.
Así que primero llené de vapor el amplio cuarto de baño, luego entramos los dos. La ducha estaba al ras del suelo. Le quité la ropa y como a un hijo recién nacido bañé a mi padre. Con idéntica ternura con la misma ilusión acaricié con agua vaporosa y esponja de algas su amado cuerpo dejando a un lado pudores aprendidos e incrustados en el ADN por tradición y costumbre. Inútiles.
Era un hombre irrepetible por tantas razones.
Mientras volvíamos de la ducha los dos del brazo como novios, me preguntó:
Cuántos años dices que ha cumplido tu hija Idoia.
¡20! ...
Era un 4 de Febrero, en Bilbao.
... dile de mi parte que 20 años no es nada ...
Mi padre que desafinaba casi de manera imposible, tarareó Volver de su admirado Gardel con tanta ilusión para su nieta que llegamos a ritmo de tango de vuelta a la cama. Le encantaba bailar.
Qué momento tan feliz.
Murió al día siguiente a las nueve de la mañana entre mis manos que se aferraban a las suyas, que no le no le dejaban marchar, y las de él dándome una vez más con su ejemplo y su valor, la vida.
