viernes, 17 de febrero de 2017

Dímelo al oído tan solo a mí

Hopper


El viento sacude las ramas de arce cerca de la ventanas y me ha sacado del dormir profundoo.
El río San Lorenzo arrastra en sus aguas caudalosas hacia la mar los estragos de una borrasca .  Montreal descubre poco a poco su belleza única de diosa otoñal.
Las hojas de mil colores nunca iguales a ningún ayer bailaran en el aire hasta caer rendidas esperando la protección de la nieve que alimenta la tierra. 
Por la ventana semi abierta entra el silencio. Cierro los ojos y me duermo otra vez. Sueño. 
Las imágenes se superponen confusas, otras veces claras. 
Son las de una niña recién nacida que está  flotando en una playa al anochecer. 

No hay nadie, únicamente ella y la inmensidad. Ella y el agua. Vive en el colegio con las monjas .


"Algo malo habrá hecho esa niña de apenas seis años para que la lleven  a un internado siendo tan pequeña y tan frágil. Algo malo", murmuraban.

El padre de Rosamunda adoraba a su única hija y sin embargo no la defendió, no protestó, no dijo nada. La vio irse. 
Tuvieron que arrastrarla  por las escaleras para llevarla al internado. 
Se agarró a la barandilla  hasta que sus  dedos enrojecidos  no pudieron resistir  la ira de la madre forcejando con ella.
"Suelta de una vez - repetía  frenética -  las monjas te enseñarán  a ser dócil . 
Vete antes de que pierda la paciencia. No te quiero ver.  Deja de hacer teatro. 
¡ Vete !".

Rosamunda  recuerda la luz tenue entrando por las vidrieras de la escalera; la desolación cuando su madre cerró la puerta. La mirada temible de aquella mujer. Después el silencio.
Entre el chófer y su padre la bajaron en brazos al coche envuelta en una manta escocesa de lana  roja, beige, verde oscuro,  con ribete de cuero marrón, recuerda que así era.
Acurrucada en el asiento de atrás quedó agotada y muda. 
Era una mañana muy fría de invierno.  La niebla espesa  pegada al suelo suelo obligaba a circular despacio por la carretera sin fin de la llanura castellana  adornada de  cipresesfantasmagóricos.
Rosamunda  fingía dormir.  Su padre musitaba una canción mirando sin ver a través de la ventanilla. 

Es la única vez en la vida que le oyó cantar. 




"Dímelo al oído tan solo a mí, que nadie te ha querido como yo a ti.

.." 

“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...