ELLA prefiere olvidar el momento en que comenzó su vida. No quiere volver al inicio, contar lo imposible. Contar el principio de su principio. A veces dice que recuerda vívidamente el embarazo de
su madre. Recuerda cuando habitaba su vientre inhóspito, cuando se debatía por volver atrás, por no existir, regresar a la nada; o por deshacerse de aquel cordón que la asfixiaba . Nacer si no quedaba otro remedio.
Ahora le cuesta mirar atrás. No quiere. Para qué. Es ejercicio vano. La memoria inclemente guarda todo a su pesar; todo lo que interesa y lo que no interesa, y lo distribuye lo trueca lo elige lo sepulta o lo resucita, lo sumerge, lo encubre, lo esconde, lo manipula, lo deshecha lo machaca lo transforma.
Espectros de niebla espesa forjan
barricadas, se amontonan, son retazos inconexos. Retazos. Interrogantes. Presagios. No le interesa remediar el rompecabezas. El daño está hecho y no hay vuelta.
Sabe que debe volver al espanto de la oscuridad en el cuarto húmedo en pleno monte. Debe volver, recordar. Decir.
Sabe que debe volver al espanto de la oscuridad en el cuarto húmedo en pleno monte. Debe volver, recordar. Decir.
ELLA estaba cerca de un depósito de agua sentada en la hierba ,jugando
con los grillos, hasta que Diosdado, el
secretario de su padre, la
tomó de la mano de malas manefras, estrujándola, arrastrándola.
Te estás portando muy mal . Dijo que era desobediente, rebelde y descarada, que merecía un castigo.
Entonces abrió la puerta del depósito donde estaban las máquinas que pompeaban el agua donde se lavaba el mineral y la empujó dentro.
Te estás portando muy mal . Dijo que era desobediente, rebelde y descarada, que merecía un castigo.
Entonces abrió la puerta del depósito donde estaban las máquinas que pompeaban el agua donde se lavaba el mineral y la empujó dentro.
Era un cuarto pequeño y cuadrado de techo bajo.
El techo estaba plagado de arañas. Una masa compacta era. Algunas paseaban por las paredes acercándose. Arañas oscuras de patas largas, “Daddy Long-Legs”, dicen los ingleses con cariño.
El techo estaba plagado de arañas. Una masa compacta era. Algunas paseaban por las paredes acercándose. Arañas oscuras de patas largas, “Daddy Long-Legs”, dicen los ingleses con cariño.
Las arañas la atraparían en sus babosas redes
y la engullirían.
Nadie sabría qué había pasado allí. Nadie. No quedaría rastro.
Nadie sabría qué había pasado allí. Nadie. No quedaría rastro.
El secretario cerró
la puerta con pestillo y se rió. Una risa
histérica de muñeco de barraca.
Cuando se reía daba pataditas en el suelo juntaba las
rodillas y se agarraba la bragueta.
ELLA quiso llorar y no le salían las lágrimas, quiso gritar pero había enmudecido, llamaba a su padre y las palabras se ahogaban en la boca. Sordas.
ELLA quiso llorar y no le salían las lágrimas, quiso gritar pero había enmudecido, llamaba a su padre y las palabras se ahogaban en la boca. Sordas.
Boca arriba estampada contra el suelo trataba de respirar pero el aire se quedaba en la superficie mientras bajaban las arañas.
El tiempo se detuvo y quedó estancado. Suspendido.
Lo que sigue se lo contó su padre años después, muchos años después.
"¡Oxígeno!
¡no le quiten la mascarilla! ¡ Oxígeno! hay que avisar a los padres Sr. Secretario ", decían los mineros, hemos encontrado a la niña en el depósito de agua ... con la puerta trancada ... y las arañas rondándola ... un hervidero ... la humedad... Aquello no era llanto Sr. Secretario ... no era llanto ,,, era un interminable gemido ... eso era ... horroroso gemido ... se ha desmayado... hemos hecho lo que se ha podido ... Don Julián el médico viene en camino ... apenas respira ".
Fuera del depósito de agua donde la niña jugaba, cantaban los grillos.