sábado, 31 de agosto de 2024

Solo un sueño

de la red







Hacía mucho frío. Se levantó, paseó por la casa, miró por la ventana absorta contemplando el cielo blanco que presagiaba tormenta de nieve. Luego volvió al escritorio, al teclado. Si lo dejaba para más tarde, para otro momento, las palabras podrían quedar silenciadas, prisioneras. Enredadas en la madeja del tiempo se convertirían en cabos sueltos perdidos buscando el final del laberinto. Sintió un escalofrío súbito, un algo impreciso en la espalda. No. No había nadie. Envuelta en suave manta de lana de Arán, siguió escribiendo. Tiempo era la última palabra antes del sobresalto. Tiempo. No volver nunca atrás. No arrepentirse de nada quizás únicamente del tiempo perdido. Lo demás no. Sólo el tiempo que había regalado a destajo a costa de su propia vida. Lo demás no importaba. Lo demás no. Nada de lo demás. Sólo el tiempo. Sólo el tiempo irrecuperable.
Todos dormían plácidamente.
Se acercó agitada hasta el quicio de la puerta abierta de su despacho. Hubiera jurado que unos pasos la seguían otra vez, despacio. Se dio la vuelta y no había un alma.. Nada que no fuera el ritmo sobresaltado del pensamiento. La zozobra. El frío más allá del frío que cala el tuétano. Un atraganto lacerante. Necesitaba música. Trois Couleurs de Zbigniew Preisner llenaría la oscuridad antes del amanecer. Somnolienta regresaba al susurro de las mareas y soñaba con una ola verde de cristal que la arrebataba en su cresta transparente. Tan enorme era que llegaba al cielo, se detenía un instante apacible y rompía en cascada.
Descalza sobre las teclas del piano de cola que coronaba la ola transparente, bailaba la doncella, su cabellera de miosotis azules flotaba al amanecer.
Otras veces aparecía la pesadilla. Siempre la misma desde que era niña. Una ola oscura descomunal emergía de lo más profundo del Cantábrico y amenazaba con engullirla a los pies de Errandosolo. Ahogándola. Haciendo un esfuerzo supremo se dio la vuelta. No sabría decir si fue el miedo sin límite o fue desafío ante el espanto. Pero al mirar vio que la ola se disolvía en el abismo del que había brotado como si nunca hubiere existido.
Ella entonces despertaba
Volvio a la música , a Preisner, a las notas en la nieve de aquel tango apasionado.

“ tête à tête “ con Nelson Villagra Garrido para La Revista CineCubano

Nelson Villagra Garrido  ( El Conde ) en  La Última Cena,  de Tomás Gutiérrez-Alea Tomás Gutiérrez-Alea  Nelson Villagra Garrido es chillane...